sábado, 28 de febrero de 2009

JOSÉ JESÚS VILLA PELAYO


Prólogo de Mercedes Franco
para la Antología (1991-2009) de José Jesús Villa Pelayo.


Era imprescindible reunir en una antología la poesía de José Jesús Villa Pelayo, autor conocido dentro y fuera de nuestras fronteras, traducido a varios idiomas, y cuya obra mereció, en 1988, el accesit del Premio anual de Poesía de Fundarte y, en 1999, una Mención Honorífica del Premio Municipal de Literatura, entre otros. Su trayectoria une a la poesía el ensayo y la crítica literaria, ejercida en diversas e importantes revistas y diarios venezolanos y extranjeros.

Esta Antología recoge buena parte de su poesía, publicada entre 1991 y 2007, en cuatro libros: Una hiedra negra para Sashne (1991), Nueva York (1992), Mariana de Coimbra (1999), Las arpías vuelan sobre maniatan (2006), Diario de Alejandría (2007); y el poemario inédito Miradas laterales (2009). En realidad, comprende su producción poética entre 1985 y 2009, toda vez que los poemas de Nueva York fueron escritos ente 1985 y 1987.

La muy recordada poeta venezolana Elena Vera pronunció las palabras de presentación de su poemario Nueva York, el día 6 de noviembre de 1992 (en los pasillos de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela) bajo el intuitivo y profético título “Presentación de un joven poeta”:

Tal parece que los Dioses me han destinado a ser la presentadora oficial de los poetas jóvenes de nuestro país. En 1980, cuando dirigía, todos los Miércoles, una tertulia literaria en la vieja casa de la "Asociación de Escritores de Venezuela", situada en la Avenida Lecuna entre las esquinas de Velásquez y Miseria; me tocó la suerte de presentar a dos grupos de poetas muy jóvenes para aquel momento, todos estudiantes universitarios y soñadores enpedermidos, que luego se constituirían en los famosos grupos "Tráfico" y "Guayre", hoy convertidos en dirigentes culturales de mucho peso y muchos premios y reconocimientos. Otros muchos poetas (mujeres y hombres) jóvenes pasaron por aquella tertulia que dirigí con profundo amor, entre 1980 y 1982. (…) Los escritores son el espejo de una sociedad, a la cual ellos le devuelven (a través de su obra) su imaginario, sus sueños y sus pesadillas. (…) José Jesús Villa Pelayo comenzó a escribir, según sus propias palabras, a los 17 años, en 1980; lo cual quiere decir que pertenece a la misma generación que los jóvenes poetas de “Tráfico” y “Guayre”, la generación de los 80. Desde muy joven sintió vocación por las artes, comenzó por la pintura y luego incursionó en la música. (…) Como poeta que es, se graduó (no con una tesis de grado convencional, como la gran mayoría) sino con un libro de poesía, Nueva York, el cual había iniciado en 1985. Este trabajo lírico, sin duda excepcional, fue elogiado por el Jurado y también fue muy comentado en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (…) Su poesía no es fácil. Escuchándola o leyéndola se advierte, detrás de las palabras, una estructura muy sólida, la cual acusa evidentes influencias de la corriente del ‘imaginismo’ norteamericano, especialmente de Ezra Pound y de Thomas Stearns Eliot a quienes, junto con Borges, él considera sus maestros. En todos sus libros se narra una historia y las diversas voces denuncian personajes dramáticos que fragmentan o esconden su propio “yo”. El uso de diversos tiempos verbales obliga al lector a participar en el desarrollo del texto y las fechas que siempre aparecen en sus poemas crean una ambigüedad poética que lo despista. Uno de sus propósitos es la búsqueda de la musicalidad interior del poema, para lograr esto se vale de la antigua aliteración, de los acentos tonales, de la anáfora y de otros recursos poéticos (…) Frente a la poesía actual de nuestro país, José Jesús Villa Pelayo propone una nueva poesía (…) Dejo hoy con ustedes a este joven e importante poeta venezolano, tenemos absoluta fe en su poesía. (1)

Creemos, con Elena Vera, que la poesía de Villa Pelayo “no es fácil”. Está precedida por una poética y una visión muy sofisticada del quehacer literario. Se trata de un mundo orgánico, muy esctructurado y desafiante (para el lector). Una red de artilugios, simulaciones, símbolos, metáforas, falsificaciones, figuras retóricas, imágenes complejas, visiones prerrafaelistas, revelaciones, neo-surrealismo, neo-imaginismo, postmodernismo, citas, bilingüísmo, neo-concretismo, mensajes subterráneos, collage, arcanos, trampas, juegos lingüísticos, fonéticos, musicales, espaciales, máscaras, ciudades reales o imaginarias, metalenguaje, personajes, heterónimos, tejidos y mallas verbales, palabra sopesada, medida, visión cosmopolita, universalismo, provistos de una asombrosa poesía, que, como ha dicho Elena Vera “…obliga al lector a participar en el desarrollo del texto…” y ha influido, desde que sus textos comenzaron a rodar por los pasillos de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, directa o indirectamente, sobre muchos de nuestros jóvenes poetas, quienes han buscado, en la multiplicidad de sus voces, en la filosófica hondura de sus textos y en la armoniosa filigrana de sus versos, una consistencia estética, un cauce que los guíe para dar forma y sentido a sus propias expresiones todavía por fraguar.

Esa obra siempre en forja, la de Villa Pelayo, es la misma que el famoso poeta y crítico italiano Franco Cavallo calificara, en 1991, como “prevalentemente sperimentale” (“preponderantemente experimental”), en cuanto de lúdica tiene, otorgándole su exacto valor, al incluir tres de sus poemas en una Antología de Poesía Internacional publicada en la revista “Altri Termini” de Nápoles, y colocarlo, a sus tempranos 26 años, junto a poetas como Ted Hughes, Edoardo Sanguineti, Claude Roy, Louis Zukofsky, Michel Leiris, Jacques Roubaud, Shimpei Kusano y Octavio Paz, entre otros.

Es a estos aspectos experimentales (que menciona Cavallo y luego el poeta Giorgio Moio en un artículo tituladoTendenze di alcune riviste e poeti a Napoli -1958-1995” para la revista “Risvolti”, en 1998), concretos, lúdicos y postvanguardistas, sin duda, a los que se refería la profesora Elena Vera, una de las personas que mejor entendía la poesía de Villa Pelayo, en la cual hay una luz y una contundencia espiritual y humana que es muy perceptible cuando él la recita en público.

Pero ¿cómo acceder al contundente y fulgurante corpus literario de este creador auténtico, una de las más nítidas voces poéticas de nuestro tiempo? Si la obra es el vivir, no está equivocado el crítico Alexis Márquez Rodríguez, cuando refiriéndose al poeta, expresa en el prólogo del libro Nueva York:

Quise citar estas palabras iniciales del ensayo introductorio de su libro, porque en ellas están los elementos que mejor definen la personalidad de José Jesús Villa Pelayo. Pocas veces, en mi largo y muchas veces íntimo trato con poetas y otros escritores de diversos países, tendencias y estilos, he visto como en su caso una tan grande consustanciación de la vida de un ser humano con la poesía. José Jesús vive en poesía. Para él la poesía es alimento diario, aliento vital, razón de ser. Todo lo demás, modus vivendi incluido, es subsidiario del hecho puro y simple y a la vez tan complejo, de ser poeta. (…) Nueva York es el título del libro de José Jesús. El ensayo introductorio, como ya dije, es una reflexión, muy atildada y sagaz, sobre la poesía, sobre su omnipresencia en el mundo, y por esa vía, sobre su esencia panteísta. (2)

Permanece aún la pureza y el alto oficio de la poesía dentro de las fronteras de su espíritu, y se consolida cada vez más su trabajo literario, imbricado estrechamente con la diafanidad de su vida. Porque hay sólidos vasos comunicantes entre su vida, también compleja, y su obra. Su poesía es densa y profunda y va más allá de los simples decires y artificios vacíos, para expresarse en un lenguaje propio, único, a través de mil lenguajes, en mil eras distintas, en mil rostros diferentes.

Hugo Colmenares resalta los aspectos lúdicos y simbólicos de su poesía en una entrevista que le hiciera para “El Nacional”, en octubre de 1991:

José Jesús Villa Pelayo dice que busca lo simbólico o la imagen, porque su poesía esconde un mensaje puro y sólido. ‘Juego con la estructura estética, con la composición o con la desintegración de la estructura del poema. Una búsqueda para mezclar ficción y realidad en el verso, utilizando personajes que firman poemas. En el caso de Una hiedra…es hablar de Sashne, personaje dramático a quien van dirigidos los versos, representa al hombre en su anhelo de compañía, redención, desconsuelo, Dios o la visión del primer hombre’, explica el joven escritor. (3)

Nueva York
, escrito por Villa Pelayo cuando todavía estudiaba en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, es un punto de inflexión en la poesía venezolana de fines del siglo XX, porque fue el puente y eslabón entre la poesía urbana e intimista que se escribió durante los años ‘80 y la poesía de personajes y máscaras de los 90s; porque los ecos y las hondas de choque de ese poemario se multiplicaron, e irradiaron la poesía venezolana de manera sorprendente, incluso mucho antes de ser publicado, en 1992.

En diciembre de ese mismo año, 1992, después de leer Nueva York y Una hiedra negra para Sashne escribí una nota para el “Papel Literario” de “El Nacional” que expresa, poéticamente, mi primera impresión sobre su poesía:

Lo primero que puede observarse en la obra de este joven poeta es su diferencia con el resto de poetas jóvenes de la actualidad, toda una espeluznante camada cada vez más numerosa, algunos demasiado crípticos hasta esotéricos y otros, demasiado amarrados a las calles donde crecieron. Nueva York es un libro de aliento universal, un libro innovador, por la nitidez de las imágenes y por lo explícito del lenguaje, por la estremecedora sencillez del discurso amoroso: “Si vivieras donde estoy navegarías hacia mí”. (De: “Frágiles dedos”) Nueva York, al igual que Una hiedra negra para Sashne y otros libros de Villa Pelayo, logra el balance justo entre el misticismo y la sensualidad. Imágenes de un erotismo sutil y de una fuerza vital arrolladora se conbinan con voces espirituales, profundas y delicadas, y se van tejiendo armónicamente a lo largo del poemario, conformándose de esta manera textos que respiran una nostalgia de lo sublime, pero también un hálito carnal cautivante. La sensualidad pura, de una pureza conmovedora, que alienta en estos poemas les confiere la belleza romántica de los lieder y el gozo melancólico de los spirituals negros. (4)

Amante de la historia del mundo y sus hacedores, esos parias demiurgos, aquellos que trabajan la palabra, perfectos creadores de universos paralelos que acaso se tocan en ocasiones, Villa Pelayo comienza su libro Una hiedra negra para Sashne, publicado por Fundarte en 1991, cuando aún no completaba la treintena, con palabras de uno de sus personajes, Fiedrich R Von Halt:

Nietzsche, sin embargo, jamás me pareció extraño, pero sé que aún él arrastra las cadenas que atan a Dios a los sepulcros. (5)

Pero el poeta desata a Dios de esas cadenas, lo libera en este libro místico, mítico, profano, sensual y religioso. En Una hiedra negra… Dios le habla al hombre con la suprema magnificencia del amor. Habla a la humanidad con voz febricitante de león, de relámpago, de mujer desnuda y tendida, de mórbido pájaro, de hierba mecida por la lluvia, de hombre herido por la tormenta:
He decidido callar para que tú hables,
Eres el reflejo de una imagen
que ya no tengo entre mis dedos. (6)

Huérfanos sus dedos del barro creador, Dios calla. Enmudece y le cede la palabra al hombre, le otorga ese instrumento maravilloso, esa llave que abre mil puertas. La palabra. Es el tiempo del hombre para hablar. Dios calla y nos escucha Y el poeta toma la palabra, como Prometeo el fuego divino y la ofrece a la humanidad y se expresa con voz de hombre y con voz de mujer, con esa voz pluriperfecta que le ha legado Dios.

Sobre Una hiedra negra para Sashne (texto que describió el maestro Juan Liscano como un “poema épico, gnóstico, fundacional”) escribió una nota, perceptiva y erudita, el poeta venezolano Nelson Salvary, en la que lo llama “…un canto de nuestro tiempo”:

(…) A través de todo el largo poema, dividido en nueve cantos, también se crea comunicación con Dios. Pero lo más importante para cierta forma del gusto –en el cual me instalo como lector hedónico- es la hermosura de la voz que a Dios habla y habla por la boca de El. Es una voz de gran sentimiento. Y a la vez es lujosa. (…) La eufonía guía este libro, haciendo figura de dama de largos vestidos y cara nostálgica, como las que gustaban pintar los ilustradores de estirpe romántica en las revistas de poesía de principios de siglo. (…) ¿Quién es Macbeth para el poeta? Es pregunta pertinente porque ese personaje shakespeareano –héroe convertido en antihéroe- es un hilo conductor del discurso poético y en ninguna circunstancia deviene símbolo unívoco y principal (…) ¿Qué se propone el poema? (…) Pareciera aplaudirle a Macbeth el que haya ‘asesinado el sueño’ (en el sentido no de soñar que tiene la palabra sino en la de dormir), pues nadie puede dormir cuando los traidores andan sueltos y armados por los pasillos del palacio (…) Hecho de versos bien cuidados, producto de una muy peculiar madurez poética, este largo poema es un canto de nuestro tiempo a pesar del carácter de época del mundo que nombra. O acaso podría decirse que es intemporal, por aquel a quien interpela. Después de leer tantos libros de poesía despojados de toda retórica, de todo juego de lenguaje –juego que es propio de los grandes poetas- la lectura de Una hiedra negra para Sashne reivindica la fortuna del texto. (7)

Publicado por Fundarte en 1990, y a pesar de haber sido el primer finalista en el Concurso de Poesía de esa editorial, en 1988, Una hiedra negra para Sashne fue, sin embargo, un libro poco comprendido. Como suele ocurrir, la puerilidad de muchos críticos no supo penetrar el hondo misticismo de esta obra, ni la propuesta estética que presentaba, ni el viril retrato, mixto y mítico, de la humanidad que nos ponía por delante. Pero incluso en críticas algo mezquinas y epidérmicas (como la titulada “Hiedra y ocultamientos” del profesor Reynaldo Bello Guerrieri), encontramos un reconocimiento de sus valores literarios:

En el poema, que en su mayor parte es narrativo, las imágenes se suceden hasta el cansancio. No obstante, muchas de ellas son logros poéticos: ‘Entonces hice llover un sello sobre la tierra/donde las serpientes danzan entre cirios’. El poema hace referencias de otros textos la Biblia, El libro de los Muertos, Las mil y una noches, Shakespeare y, de inmediato, descubrimos a Macbeth, Romeo y Julieta y Hamlet. Al largo poema le faltó, o le falta, la revisión de il miglior fabbro. Por supuesto, Pound ya no está, pero otro habrá que le haga los ajustes necesarios. La sonoridad de muchos versos y el buen manejo de los mismos nos ponen en contacto con un tipo de poesía hermética. Sin embargo la sencillez del lenguaje a ratos atrapa y entonces transitamos por su munco de corrientes mitológicas. (8)

En 1993, el novelista e historiador Gerónimo Pérez Rescaniere, escribe una nota que vindica los artilugios verbales, imaginativos y semánticos del poemario:

José Jesús Villa Pelayo ha fabricado un delicadísimo molino con oruga de plata donde introduce y hace guiar los castillos y las amantes, los paisajes de hielo y el simple aire. Salen de allí haciendo figura de sí mismos pero siendo a la vez más finos (…) Si fuera a definirse la poética que está en Una hiedra negra para Sashne, el primer libro de Villa Pelayo y centro de este apunte, se debería decir que la mirada asigna a las cosas roles nuevos, les confiere actos imposibles y que allí está la virtualidad de esta poesía, su capacidad de revelación. Eso es verdad. Pero hay más que técnica en la cosa. Hay un creer-con-éxtasis-para-crear-con-tono-de-éxtasis. Técnica mística, trance vivido y por ello transmitido al lector. (9)

Una nota, visual y precisa, escribió Luis Alberto Crespo, en un artículo titulado “Los poetas llaman en agosto”:

(…) o como José Jesús Villa Pelayo, tan a gusto en el largo decir, allegando a su testimonio amoroso el motivo más antiguo, el de la cosmovisión femenina, donde caben la referencia erudita y el imaginario sentimental (“hice una mujer muy blanca para que lamiese tus dedos”) sobre Una hiedra negra para Sashne, que editara también Fundarte, mientras espera que los distraidos lectores de las casas de papel y los caprichos de la crítica den salvoconducto a su manuscrito Nueva York. (10)

Dos años después, “los distrídos lectores de las casa de papel” publican Nueva York, una de sus obras más acabadas, libro que fue su tesis de grado en la Escuela de Letras y el trabajo que lo proyectó al mundo de la poesía. A pesar de la alta factura literaria y filosófica de Una hiedra negra para Sashne, Villa Pelayo cautiva y sorprende a los lectores con esta obra, publicada por la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, donde el poeta logra, como nadie lo ha hecho ni lo hará, sintetizar en pocos pero puntualísimos poemas el inextricable espíritu, mixto e hiperbólico, de la gran ciudad, plena de voces múltiples, de acentos y dolores heterogéneos, encontrados y amalgamados en una suerte de babilónico delirio, conformando un caos de perfectas causalidades donde todo cuadra y todo confluye a conformar una atmósfera especial, el gris aire plural de Nueva York, sus mil cantos, sus mil lenguas distintas. Visiones de una poeta china sembrando rosas, recuerdos de una adormecida mujer de Francia esperando en un andén lejano, memorias del hondo paisaje azul Saboya del Po:
La llanura del Po te ha abrazado.
No sigues allí,
permitirás a las olas brindar sobre el mar
y rodear de ondas y velas tu cuerpo.
Quiero ir hasta ti.
Deseo hallar en aquellas olas tus reflejos.
El faro ha adormecido.
Las hojas que el otoño conoció
se han acercado hasta el Po.
Brindo por Hazan.
Las brujas y el fuego ya no rezan
sobre el tao de Min-Kao-Lin.
Te llamaré hasta la montaña azul
y reinarás sobre una tierra
repleta de espantos y budas grises.
Ya no hay oro en Turán.
Nunca vendrás a mí.
Conocerás mi rostro en la esfinge de Mare
y sabrás quien soy
Te importará el Po.
Llorarás sobre tao, y mis hijos.
Yao Lin, jamás te observarán en el jardín
haciendo crecer flores amarillas. (11)

Será por ello que el poeta Luis Alberto Crespo escribió una extensa, aguda y personal nota titulada “Una poesía donde Nueva York es lo que tú has sido”:

José Jesús Villa Pelayo no tiene nostalgia por lo torcido y lo áspero, ni por la exuberancia de un río o de una selva con nombre y color locales. Su país es la lectura asidua de un viaje al fondo de un autor, una imagen, una geografía y entrevista en la estampa, en la noche de las películas y en la ventana del video. José Jesús Villa Pelayo pertenece, así, a la cada vez más agostada estirpe de los ojerosos devoradores de libros, los adoradores de éxtasis que prometen sus vastedades de papel y signos. Lo que sorprende, lo que deja absorto, es la urgencia con que Villa Pelayo se da a recorrer –recorriéndose- esas tierra de anécdotas, pálpitos, meditaciones, sin que su semblante denuncie achaque alguno: su rostro expresa más bien una placidez que contrasta con las mortificaciones del lector voraz para quien el tiempo de la lectura se asemeja a una revelación, una elevación más allá de nuestros huesos (…) Nueva York le dice Villa Pelayo a su libro, aunque la ciudad esté de pronto en Inglaterra, Berlín, Kyoto, Cracovia, Bath y sus habitantes sean a veces citas, nombres vivos o muertos o presentidos. ¿No pareciera esta experiencia poética la realización del poema de Kavafis, la ciudad que siempre nos desanda y que es la misma en su cambiante fisonomía (…) Mucho cuidado con suponer a Nueva York una metáfora vacía, un aspaviento verbal, una motivación pretenciosa, un deliberado afán por aparecer en las letras venezolanas con arrestos ecuménicos, digo, de universalismo a ultranza. Nunca leí un libro de poemas donde el mundo y su nostalgia tuvieran tanta semejanza a una escritura en la que el ser encuentra su reflejo de su irrealidad, su parecido, a través de la imagen, el vocablo, la frase poética, a nadie, al hombre, a nadie leyendo, leyéndose en el otro con el que no se tiene –sí, que lo diga Rilke una vez más- “patria en el tiempo”… (12)

La poeta brasileño-italiana Lisabetta Serra tradujo varios poemas de Nueva York. Particularmente nos gusta la versión del poema “Frágiles dedos”, tan admirado por la poeta y dramaturga italiana Milena Nicolini, por los poetas del “Circolo Rossopietra” y por todos aquellos que lo hemos escuchado de la voz de José Jesús:

FRAGILI DITA
Se tu vivessi dove sto navigheresti verso di me.
Sto in India o in Indocina, aspettando,
seduta e tenendo nella mia mano una penna.
Spero di scriverti presto, senza fragili dita
e impaurita.
Sto li, dove le oche e le lucciole si vestono di bianco;
tra i rovi neri, come direbbe Saint John Perse.
E ti amo.
E desidero che sia tu a giungere fino a me.
Per caso, l'estate scorsa, appoggiata al muro di pietre rosse,
pensai di andare fino all'esilio, in cui tu stai .
E le segrete mi parvero grigie e i sotterranei verdi.
Per te so che sono libera. Dal canto degli uccelli
sento che l'estate verra. E so, so profondamente
che andare alla guerra mai lascera in te una traccia.
Lo sguardo di un condor senile si e frantumato in migliaia di
[piccoli sguardi.
lo andro fin li,
fino alI'esilio, con le mie fragili dita. (13)

Citemos la voz autorizada del poeta y ensayista venezolano Rafael Arráiz Lucca, en su ensayo-reflexión sobre la historia de la poesía venezolana, titulado El coro de las voces solitarias:

José Jesús Villa Pelayo se inició con Una hiedra negra para SashneNueva York (1992), poemarios en los que las imágenes brotaban de su fuente con una fuerza arrolladora, tejiéndose unas con otras con una enigmática singularidad que, a veces, lleva al lector a tener la impresión de estar ante un intento de darle cuerpo al torrente de la escritura automática. (14)

Pero dejemos, finalmente, que sea el profesor Alexis Márquez Rodríguez, quien concluya esta reflexión sobr el poemario Nueva York:

El título de este libro puede inducir a error. La presencia de Nueva York en sus páginas por supuesto, es notoria. Quien alguna vez haya estado en esa ciudad, especialmente en su centro vital de Manhattan, reconocerá en los versos de Villa Pelayo muchos elementos, que van desde rincones materiales, calles, esquinas y vericuetos diversos, hasta e paisaje general urbano de la inmensa metrópolis, y aún más allá, al clima moral, a las atmósfera espiritual que envuelve aquellas calles y aquellos edificios de peculiaridad única en el mundo (…) Porque no se trata de una visión artificial, postiza, superficial, como la del turista cotidiano que recorre boquiabierto la Quinta Avenida, o se detiene ante el Empire State, en la acera de enfrente, pretendiendo contar sus incontables pisos. Esto es otra cosa. Ante versos como los de este libro (‘Jessie Lincoln 18/ New Amsterdam se ha convertido/ En la Nueva Babilonia./ Una llamada/ Un taxi/ Un aparador./ Washingron Square’), escritos por alguien de quien se sabe nunca estuvo allí, no hay más que admitir la fuerza poderosa de la poesía (…) (15)

Con esa misma “fuerza arrolladora” (de la cual escribiera Rafael Arráiz Lucca), ve la luz en Monte Ávila Editores Latinoamericana, ocho años después, su poemario Mariana de Coimbra, en el cual asume Villa Pelayo la delirante voz bilingüe de una cautiva lusitana medieval, una rubia poeta evanescente que vive el melancólico cerco de Lisboa:

Os meus dias passan.
Inadvertidos, silenciosos.
Os meus días avançan.
Perfectamente insostenibles.
Y me detengo ante ellos.
Y sesgo los escondrijos.
que guardan mi tiempo,
y las serenas noches de Coimbra.
Recordad.
La opacidad de la luz
aún es insostenible.
Así como el lado norte de los Pirineos.
Más allá de estas noches estériles
Os meus días avançan
sobre mi, inexplicablemente.
Y encuentran mi cabello
Hablando de horas inútiles,
de otros días por venir,
del cielo emboscado
por la lluvia de los días de enero. (16)

Creando un sorprendente artilugio, el autor nos convence por medio de cartas y noticias de la certeza de esta historia, de la corporeidad de la doliente Mariana. Y han sido tan perfectas la voz y la poética tramoya, que muchos lectores han preguntado dónde obtener más obras de la poeta portuguesa.

En una reseña escrita para “El Universal”, la periodista Ana María Hernández desafía (lúdicamente) la irrealidad de Mariana:

No es fácil tomar prestados los hábitos de otro. No es fácil colocarse en su lugar e imaginar su habla, imaginar la forma de ser y de pensar. Mucho menos es fácil hacerlo cuando se trata de una piel lejana y del sexo opuesto. Y eso es lo que ha hecho José Jesús Villa Pelayo con Mariana de Coimbra. El se ha remontado hasta el siglo XII, cuando moros, sefardíes y cristianos habitaban la península ibérica en tensa paz. Se ha valido de escasos vestigios, de historias no muy bien comprobadas que una mente fértil los tendría como óptimos caldos de cultivo para el gusto actual finisecular: la mirada hacia el pasado lejano. Parece que vuelven las épocas de mirar al pasado (…) Villa Pelayo acaba de publicar por Monte Ávila una serie de poemas que ponen a dudar al lector: se vistió con los atuendos de Mariana de Coimbra (1185-1250) que nació en esa localidad portuguesa y vivió en Córdoba y Granada (…). (17)

Pero en una reseña posterior, la misma Ana María lo llama “libro-Invesión”, lo califica como “batacazo del año”, y explica:

Este libro-Invención tiene el reconocimiento de la crítica por el ejercicio de escritura apócrifa. Según Villa Pelayo, Mariana decía: ‘Te escribo, /bajo el desafiante espejismo de la luz, / junto a una rosa nimbada por el miedo. (18)

Y la periodista Milagros Santana, en otra entrevista afirma:

Quién se atrevería a decir que Mariana de Coimbra no existió. Tal vez un historiador muy riguroso o un escritor acucioso, quizás, pero el propio creador de la criatura, José Jesús Villa Pelayo, tiene dudas. (…) Del argentino (Borges), José Jesús Villa Pelayo adopta esa tendencia –incalificable- de engendrar personajes y utilizarlos como si hubiesen existido o existiesen realmente. Su intención con esto es que el lector ‘participe de una patraña y que algunos sean engañados y otros no’. Una prueba de primera mano es el epígrafe de Mariana de Coimbra (…) Mariana de Coimbra es una poeta portuguesa nacida en 1185, que cobra vida en pleno siglo XX, a través de la imaginación de José Jesús Villa Pelayo (…) ‘El libro llegó de repente, como cuando te asalta una imagen, en este caso la de una mujer antigua. Era como una visión’, recuerda Villa pelayo al tratar de explicar la concepción del libro. ‘Yo pude sentir y padecer a esta mujer’ (…) (19)

Rafael Arráiz Lucca se pronunció también sobre Mariana de Coimbra:

Con Mariana de Coimbra (1999) el poeta rinde homenaje a Pessoa y se hace de un heterónimo, una poetisa portuguesa raptada por un jeque y llevada a Córdoba, desde donde escribe, en el siglo XIII, para que años después un investigador halle sus manuscritos. El recurso del heterónimo pessoano, ya utilizado entre nosotros por Montejo, ahora encuentra un nuevo cultor. Como vemos, la voz de Villa Pelayo emprende un nuevo ensayo de sus posibilidades y estructuras cada vez que entrega un poemario, con lo que hace evidente su arrojo formal y su libertad (…) (20)

Recuerdo perfectamente que, en un recital que José Jesús ofrecía, hace algunos años, en el CELARG, con los “Poetas y Cantores Urbanos”, entre quienes se encontraban Luis Felipe Bellorín y Pedro “Petete” Lizardo (hijo del famoso y ya desaparecido poeta venezolano Pedro Francisco Lizardo); después de leer varios poemas de Mariana de Coimbra, Petete le dijo a José Jesús que, mientras él leía, pudo ver, en una suerte de visión, a Mariana de Coimbra, vestida de blanco, a la usansa del Medioevo. Era el tipo de reacción y sortilegio que suscitaba en el público la recitación de estos poemas. Pero lo cierto es que, José Jesús jamás ocultó que se tratara de una simple superchería.

Más fríamente, escribe el poeta y crítico Miguel Marcotrigiano Luna, sobre Mariana de Coimbra, en su Antología titulada Las voces de la hidra/La poesía venezolana de los años ’90:
Los personajes femeninos, resguardados en unos seres más bien ambiguos en los libros anteriores, culminan en la creación de esta Mariana, a quien se le atribuye no sólo una historia personal, sino también una obra escrita. El personaje está delimitado por una cultura, una época y una visión de mundo particularísimas, las cuales permiten calificar de excelente este último trabajo de Villa Pelayo. La dama portuguesa, natural de Coimbra, vive y escribe en España (Granada y Córdoba), la ancestral Hispania. El lenguaje de su escritura desanda los frágiles linderos que separan una poética de corte actual y de formas antiguas. (21)

Y el joven investigador Ricardo Tavares L. (angustiado por el fenómeno del “Bilingüísmo” en el libro Mariana de Coimbra, en un extenso ensayo titulado “Bilingüísmo estético en Mariana de Coimbra”:

El bilingüismo, actualmente, es una de las realidades sociales más cotidianas por múltiples causas y fines. No sólo es un aspecto de interés para filólogos, lingüistas y pedagogos, sino también debe ser estudiado por psicólogos, sociólogos, antropólogos, etnólogos, geógrafos, políticos, historiadores y críticos literarios (Saraiva, 1975: 8). En la literatura, el uso de varias lenguas por un mismo escritor ya no responde a un simple trabajo de traducción, sino de un uso deliberadamente estético bien para caracterizar el idiolecto de los personajes, bien para expresar eficazmente sentimientos de diversa índole. Esto comprobaremos en la obra poética Mariana de Coimbra (1999), escrita por el venezolano José Jesús Villa Pelayo, donde el bilingüismo en español y portugués adquieren especial significación para recrear el contexto medieval de la historia, las congojas del hablante lírico y al mismo tiempo las consecuencias del contacto lingüístico expresadas en el texto. (…) La obra poética del venezolano José Jesús Villa Pelayo es un buen ejemplo de toda una mezcla cultural y lingüística (…) Todos los poemas son breves y están escritos en verso libre, probablemente para recrear la poesía hebrea, como por ejemplo los salmos, o también para recrear el tono de las jarchas mozárabes, los zéjeles y las moaxajas (…). (22)

Otro investigador, el profesor y poeta Douglas Moreno, describe con vigor poético la exquisita superchería que es Mariana de Coimbra:

Un signo extraño demarca la poesía de José Jesús Villa Pelayo, especialmente la de Mariana de Coimbra. Texto que no sólo es poesía, sino que pone en evidencia la fragilidad de la historia. En este libro lo poético se superpone a lo arquitectónico, a lo escenográfico, al paisaje y a lo histórico. En una acción digna de un orfebre. Construir el escenario. Buscar la nostalgia en una ciudad, encontrar un personaje, saber de su vida, pensar en una saga, hacerlo padecer la humillación del desarraigo, sentirlo, sufrir las ansias de la muerte, abrigarle la esperanza del amor. (23)

Una apocalíptica versión de la guerra de Irak y del amor, es la que nos presenta más tarde Villa Pelayo, en su poemario Las arpías vuelan sobre Manhattan, publicado en el 2006. Los señalados hijos de la tristeza, los tocados por el horror de la pólvora, por el odio de la metralla, son los que despiertan ahora su voz, jugando, nuevamente, con mucha habilidad, con el ritmo interno del poema, los que, a ratos, parecen canciones o cantos con versos que aparecen una y otra vez, ese son muy caribeño y latino. Para ustedes, algunos versos del poema “Lilas sobre Bagdad”, el cual fue publicado en el No.241 de la revista “Casa de las Américas”:

Con la agonía
de los pequeños hijos de los cuervos.
Y tus dedos ensangrentados.
Con brazos de arcángeles.
Y gritos y maromas y silencios.
Con alas
para los mujahedines.
Lilas sobre Bagdad
en noche de bombas
y sudarios y niños muertos.
Para atizar azadones y humaredas.
Rumsfeld &Dragones.
Con vuestros carneros
y cielos nocturnos
Con C4 y hormigas.
Para degollaros en marzo,
cuando el mundo duerme. (24)

Pero sorprende, en este nuevo libro, la tesitura, el bordado verbal y espiritual de un poema titulado “Mirándome desde la Bahía del Cuerno Dorado en la iglesia de la calle Korsakova” y el desdoblamiento del ánima poética de Villa Pelayo:

El amor es negro, como el ábaco. Durante la mañana, el aire se cuela por una hendija apenas mórbida cuya virtud última es curvar la luz del día; deshace el vitral occidental y vaga en medio de la nube de cenizas que cruza la capilla; termina en un árbol sin hojas, en la curva oriental de una rama. La luz allí es menos pálida, tal vez oblicua, como el cielorraso de cedro que los días han consumido. De repente, un castaño profundo, una ventisca accidental, cierta escaramuza de polvillo en medio del ábaco. Martina, al final del pasillo, en una banca de pilastra, como estatua de sal, cobriza, en la esfera de la sombra. (25)

El tema del desdoblamiento y la presencia del ánima son recurrentes en este poemario. Baste con leer “Un poema para Silvya Plath” (que me atrevería a afirmar que es la otra cara del poema “Frágiles dedos”, en su doble vertiente animus/ánima, y símbolo del desdoblamiento), porque quien dice el poema en “Frágiles dedos” es el doble de quien dice el poema en “Un poema para Silvya Plath”. Ambos constituyen una unidad espiritual y humana indisoluble. Así es que, a la visión teleológica de poemas como “Las arpías vuelan sobre Manhattan” (una visión sobrenatural del derribamiento de las torres gemelas del World Trade Center, el 11 de septiembre de 2001, el cual fue incluido por la profesora y poeta Gina Saraceni en su libro En-Obra/ Antología de la Poesía Venezolana/ 1983-2008) o “Profecías Postmodernas”, se une la tragedia ambigua del desdoblamiento amatorio. Entre esos dos extremos (o límites) se desplaza o gravita la voz poética de Las arpías vuelan sobre Manhattan.

Estamos de acuerdo con el narrador chileno-venezolano Gustavo Ávila, cuando afirma (sobre José Jesús Villa Pelayo y su poemario Las arpías vuelan sobre Manhattan):

Así comienza el poema “Mirándome desde la Bahía del Cuerno Dorado en la iglesia de la calle Korsakova”, poema que, sin duda, auguramos su aparición en todas las antologías de la poesía venezolana (…) La voz de Villa Pelayo deja colar en su reflexión, en su intimismo y profundidad, una cultura universal que se esparce en el texto sin grandes gritos ni fanfarrias, transmigrándola hacia el ensimismamiento. Paso a paso, parábola a parábola, la belleza nace, se traza, tuerce la luz, conectándola al acto creador que trasiega el ars amandi que le sirve de guía a este trabajo renovador, auténtico como pocos. (26)

Paralelo al trabajo de estos anteriores poemarios, José Jesús Villa Pelayo había ido hilvanando, día a día, un libro-bitácora, luminosa constancia de horas insomnes y perfumes de hojas antiguas. Certidumbre de vidas tocadas a través del papel, voces seculares que le han ido hablando al oído en esas largas noches de vigilia, rostros e historias que han ido formando y modelando su trabajo poético y que ahora nos ofrece en su obra más reciente, el Diario de Alejandría.

Es este un libro que destroza esquemas y paradigmas para convertirse en un objeto de arte y a la vez, en un auténtico jardín de la poesía en el que se haya reflejada la humanidad. Dice Gustavo Ávila en la presentación:

El Diario de Alejandría es un libro de iluminaciones, recuerdos, ciudades antiguas, percepción de los objetos, interpretación de la historia del mundo y del poder; evocación, traducción, profecías, relatos, migraciones imaginarias, inflexiones del espíritu de José Jesús Villa Pelayo, quien ha escrito un libro fundacional (…) Diario, ensayo, poemario, memorias, el texto es básicamente poesía. Sus imágenes sorprenden, su lenguaje cifrado es invitación a la exploración y el hallazgo, nada sobra, nada falta, poetas, narradores, políticos, familiares y, por supuesto, el mismo José Jesús son los personajes que transitan sus páginas (…) Su gran problema y objeto es, sin embargo, la poesía, que brota repentinamente de cualquier línea, a través de cualquier imagen o metáfora. También es el libro de nuestro tiempo y de nuestros días porque registra un paisaje y estampa de los días postmodernos y transmodernos por venir. (…) Una visión algorítmica del mundo. Una nada usual, acorde con el siglo de caos, violación de la ley natural, invasiones y anomalías culturales. Una enorme biblioteca de sabiduría, poesía y enciclopedias se yergue ante nuestra vista como el faro majestuoso de la inmutable ciudad de Alejandría. (27)

Ni los Jardines Colgantes de Babilonia osarían exhibir de esta forma inesperada y cautivante las fulgurantes figuras y la palabra inalcanzable de Sylvia Plath y Ramos Sucre, Carpentier y Dante, Milton y Goethe, Miguel Otero Silva, los goliardos, la poética provenzal, todos entrelazados y hermanados allí, como frutas al alcance de la mano, como flores del pensamiento que exhalan sus esencias maravillosas. Toda la poesía del mundo, todo el hacer literario de la Tierra se encuentra allí, en ese intenso diario de la belleza y de la tristeza, en esa interminable ciudad de todos los saberes y todos los decires que es la Alejandría del poeta:

La poesía no es algo extraño, es cierto, pero su lenguaje es indecible, punto de fractura y equilibrio entre lo humano y lo divino. Idioma alterado (o alteración) cuya traducción únicamente pueden efectuar los poetas. Probablemente no exista enigma alguno, tal vez debamos simplemente conformarnos con las perplejidades borgianas y asumir esta familiar cotidianeidad de la poesía. (28)

Este deslumbrante trabajo poético acaba de ver la luz en una excelente edición del IPASME, en mayo de 2007; y espera su segunda edición en Monte Ávila Editores Latinoamericana. Sobre el Diario de Alejandría ha escrito la profesora e investigadora chilena Magdalena Mattar Almazábal:

El Diario de Alejandría se inicia, en aras de su nombre, en dos escenarios, el público y el privado. El “diario” se supone un relato íntimo y Alejandría es el símbolo de la máxima expresión cultural del mundo antiguo. El acto literario surge como magia inseparable de la polarización que opone una zona sagrada: privada, pura, perfecta, a un espacio profano, el exterior donde se ha desencadenado la guerra, el estruendo, el caos. Del mismo modo es inseparable de los intercambios que se establecen entre los dos campos. Su polarización en dos zonas distintas permite la realización de esta síntesis creadora (…) La guerra invade una ciudad, Necrópolis, y estremece el espacio celeste. Se evidencian, claramente diferenciados los dos ambientes: el exterior, signado por la guerra y el caos; y el segundo, por la belleza, la armonía, los recuerdos de una vida familiar un tanto idílica, el hallazgo de una mujer “pura” y, sobre todo por la cultura en todas sus expresiones: religiosa,, literaria, musical, espiritual, y, esencialmente, poética. Asimismo se produce la oposición entre los dos tiempos, el de la violencia y el de la poesía, que muere (…) La interpretación de Fausto, de Goethe, nos introduce en el gran tema del relato: el titanismo prometeico que ha invadido el mundo con su “hibryis”, su exceso, su desmesura, su violencia sin límites, su orgullo y soberbia, opuesto al mundo hermético cuyo emblema literario es Don Quijote o Hamlet, que representan la ausencia de ambición de poder, conocimiento o eternidad (…) Sus blancas páginas, plenas de signos y caracteres en otros idiomas y bellos dibujos, surgen como expresiones de angélica belleza en que vuelan rosas ( “A rose is a rose is a rose is a rose”) pájaros, caballos, versos, naves que surcan mares, música, tormentas, hojas, cielos…la belleza primigenia del mundo que se opone al otro mundo, el de la desolación, poseído por la locura y la violencia, en el cual actúa Prometeo desencadenado, provocando la tragedia sin remedio (…) Antonín Artaud trata profundamente el tema de la prefijación a través del arte de los males que aquejan a la humanidad. También lo hace en forma magistral, el antropólogo y sociólogo francés, Jean Duvignaud, quien en su libro Sociedad y espectáculo, expone la tesis de que lo imaginario prefigura e “informa” las fuerzas creadoras que se enfrentan en la sociedad. (…) El Diario… devela las sórdidas relaciones que se establecen entre las estructuras sociales y la creación artística, y relaciona esta teoría con la actualidad política y social de la humanidad. (…) La publicación de esta obra, creo, sería un suceso dentro de las letras latinoamericanas. Las obras que han tratado los temas aquí desarrollados: Hesíodo, Kérenyi, Junger, Esquilo, Tudge, López Pedraza, Duvignaud, sólo llegan a un público especializado. Este texto está dirigido a un público culto, pero no especializado. Además posee la característica de relacionar esta temática con la realidad actual. (29)

En Noviembre del año 2008, el libro fue presentado simultáneamente en la Feria del Libro de Venezuela (FILVEN) y en la ciudad de Cuenca, Ecuador. La narradora y profesora Ana María Velásquez pronunció las palabras en Caracas:

El Diario de Alejandría es un libro para ser leído con paciencia, deteniéndose en la perfección de su lenguaje, en la gran erudición de su autor, en su sabiduría, a ratos más cercana a la reflexión filosófica que a lo ficcional, sin que por ello melle lo literario. Se inserta en las escrituras de vanguardia que plantean la inclusión de otros géneros, como son el ensayo y la poesía dentro de un corpus narrativo principal. El libro es el diario de un escritor anónimo y ‘sonámbulo’, como lo describe su autor, que se pasa las noches asomado a la ventana y observando el mundo, la ventana metafórica de los libros que él va leyendo (…) La Alejandría del escritor sonámbulo no existe, nunca existió, él mismo lo aclara (p.180). Necrópolis la llama, y declara que en ella ya la poesía ha muerto y se ha instaurado la guerra. Ha muerto como van a morir los niños bajo las bombas que destrozan Beirut sin que él pueda hacer nada (…) Sin embargo, no todo es destrucción, en Alejandría brilla una ‘luna inusual, hipotética e imaginaria’. Es la luz, apenas perceptible, de una conciencia naciente que acompaña, y deja sin sueño y sin posibilidad de descanso al escritor. Luna que también es mujer, hechicera, que escribe poemas para él, como ‘La otra mitad de Ariadna’ (p.168). Luna que también es madre blanca y joven en una fotografía antigua, velada, como la novia de la muerte, la eterna novia del inframundo, pura, hermosa, pero a la vez llena de gran capacidad transformadora para cambiar el mundo. (30)

En la ciudad de Cuenca fue presentado por el poeta Andrés Abad Merchán:

El estilo del libro que se constituye también en un anecdotario, es un diario en el que ‘el fluir de la conciencia’, en el sentido joyciano, nos lleva a numerosos parajes de la ficción y la realidad. (…) Las reflexiones son intimidades de su memoria y aspiraciones de su espíritu; textos en griego, citas en multiplicidad de idiomas (…) que están perfectamente ubicadas y aclaradas en el contexto; éstas deleitan y enriquecen al lector, no ostentan ni pretenden demostrar la erudición del escritor que, sin embargo, la tiene. (…) El texto es de sobrada calidad, y atrapa al lector, lo lleva clandestinamente al espacio de la palabra, al de la Cábala judía, por ejmplo, en el que todo tiene significado en la forma en que se escribe, su secuencia y qué letras aparecen dibujadas, como una particular manera de hacer literatura. (…) Un diario de catorce años de inquietudes internas, diálogos consigo mismo o más bien con su otro yo (…) Es un libro de sabiduría escrito con delicadeza para el lector no enciclopèdico, pero que brilla con luz propia como el faro de la ciudad mítica de Alejandría, donde estaba la gran biblioteca del mundo antiguo. (31)

En José Jesús Villa Pelayo pareciera cumplirse la maldición del poeta centelleante, cuyo talento excede a su tiempo, cuya palabra brillante duele y perturba. Al igual que en su tiempo Pérez Bonalde, Baudelaire, Ramos Sucre y Rimbaud, Villa Pelayo es el gran ausente en festivales y recitales, y su obra, inexplicablemente silenciada, no despierta el entusiasmo que debería en las adustas rosquillas y grupúsculos críticos. Pero quienes apreciamos la poesía cumplimos con el deber de reseñar su talento, de admirar su obra, que, como un verdadero jardín del paraíso de Alejandría, está allí, al alcance de la mano, para que la saboreemos con deleite y nos nutramos de ella, en esta antología, imprescindible para estudiantes y amantes de la verdadera poesía.

NOTAS
(1) Vera, Elena (1992). “Presentación de un joven poeta”. http://www.scribd.com/doc/11853479/Presentacion-de-Un-Joven-Poeta
(2) Márquez Rodríguez, Alexis (1992). “PRÓLOGO”. En: Villa Pelayo, José Jesús. Nueva York. Caracas. Dirección de Cultura/Universidad Central de Venezuela: pp. 10-11.
(3) Colmenares, Hugo (1991). “Villa Pelayo busca a Dios con poesía”. El Nacional. Caracas (30 de octubre): pp. C-9.
(4) Franco, Mercedes (1992) “Desde Nueva York…”. Papel Literario de El Nacional. Caracas (20 de diciembre): p.p. 7.
(5) Villa Pelayo, José Jesús (1990). Una hiedra negra para Sashne. Caracas, FUNDARTE/Alcaldía del Municipio Libertador: pp. 10.
(6) ___________ (1990). Una hiedra negra para Sashne. Caracas, FUNDARTE/Alcaldía del Municipio Libertador: pp.11.
(7) Salvary, Nelson (1992). “¿Una hiedra negra para Sashne?”. Suplemento Cultural de Últimas Noticias. Caracas (26 de julio): pp. 7.
(8) Bello Guerrieri, Reinaldo (1991). “Hiedra y ocultamiento”. Papel Literario de El Nacional. Caracas (8 de septiembre): pp. 7.
(9) Pérez Rescaniere, Gerónimo (1993). “Damas, Castillos y Hierbas Heladas”. Suplemento Cultural de Últimas Noticias. Caracas (16 de mayo): pp. 16.
(10) Crespo, Luis Alberto (1991). “Nombres de la primera vez y de siempre/Los poetas llaman en Agosto”. El Universal. Caracas (24 agosto): pp.
(11) Villa Pelayo, José Jesús (1992). Nueva York. Caracas, Dirección de Cultura/ Universidad Central de Venezuela: pp.62
(12) Crespo, Luis Alberto (1992). “Una poesía donde Nueva York es lo que tú has sido”. El Globo. Caracas (26 de noviembre): pp. 19.
(13) Villa Pelayo, José Jesús (1991). (Selección poética). Altri Termini/Quaderni internazionali di letteratura. Napoli, # 2-IV Serie (Gennaio-Aprile): pp. 92.
(14) Arráiz, Rafael (2003). El coro de las voces solitarias. Una historia de la poesía venezolana. Caracas, Grupo Editorial Eclepsidra: pp.409.
(15) Márquez Rodríguez, Alexis (1992). “PRÓLOGO”. En: Villa Pelayo, José Jesús. Nueva York. Caracas. Dirección de Cultura/Universidad Central de Venezuela: pp. 12-13.
(16) Villa Pelayo, José Jesús (1999). Mariana de Coimbra. Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana: pp.34.
(17) Hernández, Ana María. “Poesía de la imaginación”. El Universal. Caracas (08 de junio de 1999): pp.
(18) __________ “El antes en el día de hoy”. El Universal. Caracas (22 de agosto de 1999): pp.4-7.
(19) Santana J., Milagros. “Del escritor José Jesús Villa Pelayo/ Mariana de Coimbra con factura masculina”. El Globo. Caracas (30 de junio): pp. 27.
(20) Arráiz Lucca, Rafael (2003). El coro de las voces solitarias. Una historia de la poesía venezolana. Caracas, Grupo Editorial Eclepsidra: pp.409.
(21) Marcotrigiano L., Miguel (2002). Las voces de la hidra. La poesía venezolana de los años 90. Mérida, Ediciones Mucuglifo/ Universidad Católica Andrés Bello/CONAC: pp. 203-204.
(22) Tavares Laurenco, Ricardo (2004). “Bilingüísmo estético en Mariana de Coimbra, de José Jesús Villa Pelayo”. Investigaciones Literarias (Instituto de Investigaciones Literarias, Universidad Central de Venezuela). Caracas, # 12. V.I-II: pp. 117-134.
(23) Moreno, Douglas (2000). “José Jesús Villa Pelayo: Un poeta, una obra y algunas intromisiones”. Suplemento Cultural de Las Noticias. San Carlos (10 de septiembre): pp. 14.
(24) Villa Pelayo, José Jesús (2006). Las arpías vuelan sobre Manhattan. Caracas, Fondo Editorial del IPAS-Ministerio de Educación: pp.54
(25) ________ (2006). Las arpías vuelan sobre Manhattan. Caracas, Fondo Editorial del IPAS-Ministerio de Educación: pp. 9-10.
(26) ________ (2006). Las arpías vuelan sobre Manhattan. Caracas, Fondo Editorial del IPAS-Ministerio de Educación: pp. contraportada.
(27) ________ (2007). Diario de Alejandría. Caracas, Fondo Editorial del IPAS-Ministerio de Educación. 1era. edición: pp. contraportada.
(28) ________ (2007). Diario de Alejandría. Caracas, Fondo Editorial del IPAS-Ministerio de Educación. 1era. edición: pp.53.
(29) Mattar Almazábal, Magdalena. “Apuntes sobre el Diario de Alejandría”. http://www.scribd.com/doc/7599019/Diario-de-Alejandria
(30) Velázquez, Ana María (2008). “Comentarios sobre el Diario de Alejandría, de José Jesús Villa Pelayo”. Caracas.
(31) Abad Merchán. Andrés (2008). “Diario de Alejandría de José Jesús Villa Pelayo”. Cuenca, Ecuador.