domingo, 11 de noviembre de 2007

Diario de Alejandría

por José Jesús Villa Pelayo

Julio 30, 2006

Siempre me gustó escuchar música country. Miranda Lambert. Y su canción “New Strings” [“Cuerdas nuevas”]: “And I'll grab the wheel and point it west./Pack the good and leave the rest./I'll drive until I find the missing piece./You said I wouldn't get too far on a tank of gas/And an empty heart.” [“Agarré la rueda y apunté al oeste./Empaqué lo bueno y dejé el resto./ Conduciré hasta encontrar la pieza perdida./Tú dijiste que no llegaría muy lejos con un tanque de gasolina/y un corazón vacío.”] dice el Coro. En este hemisferio humano de gadgets, wallpapers o e-cards apenas sé qué hacer. Apenas sé qué decir. Mis amigos no me sirven. El aire de la calle es menos líquido. Estoy detenido en un punto, escuchando a Miranda Lambert. Sospecho mis próximos pasos. En esta comarca de blocs y desktops espero con ansia alguna noticia. Calles y edificios destrozados por la ira de las bombas. Los ángeles se acercan, desde el cielo. Y no hay nada que la humanidad pueda hacer. Tal vez sólo quede, como en la canción de Miranda Lambert, “…un tanque de gasolina y un corazón vacío” […a tank of gas/And an empty heart.] en medio de la esquiva crueldad de la Tierra. Me abandona Goethe. Me abandona Dante. Y el cielo de Belona, la ciudad de la guerra, con sus lanzas nocturnas. Platón ya no me sirve. Quirón tensa su arco. Anoche, en la madrugada, cayeron lilas sobre las cabezas de los niños. “Pero tengo todo lo que siempre necesité” [“But I have everything I'll ever need”], dice una de las estrofas. Tal vez tenga razón. Mientras las bombas destrozan Beirut. Qué puedo hacer. Mirar. Tan sólo mirar. Levantarme, otra vez. A la humanidad le falta “…una pieza perdida” [“…a missing piece”]. Caen sobre los rizos de los niños. Y qué puedo hacer por ti, corazón. La arena del desierto está cerca, como Miranda Lambert, con su largo cabello de oro. Sobre las nubes. Mientras las bombas destrozan Beirut. Algo peor, las señales del sol sobre nuestros rostros. Los templos. Los fragmentos. La matanza de los niños de Caná. Y qué puedo hacer por ti, corazón de pájaro. Tal vez correr hacia donde las bombas han abandonado un claro, una luz. El reino de los F-16s. Quizá tan sólo me basten “…un tanque de gasolina y un corazón vacío” […a tank of gas/And an empty heart.]. No lo sé. Necesito el ojo de los cuervos. La fortaleza de Beowulf. “…que posee en su puño/este hombre noble la fuerza terrible/de treinta guerreros…” [“…þät he þrittiges/manna mägen-cräft on his mund-grîpe/heaðo-rôf häbbe…”] Para huir de Amarillo, Texas, o de Beirut. Siguen sobre mis hombros las alas de los cedros. Y qué puedo hacer por ti, corazón. No hay cedros en la ciudad. Necrópolis es el segundo nombre de Beirut y de de Tiro y de Caná. “Pero tengo todo lo que siempre necesité” [“But I have everything I'll ever need”]. Para correr hacia un cielo de fósforo blanco. La matanza de los niños de Caná. Un cielo sin turbinas y acero. ¿Para qué leer “Le magazine littéraire”, aquel artículo “Le désir de Platon à Guilles Deleuze” [“El deseo, de Platón a Guilles Deleuze”]? Quirón tensa su arco. En la cresta de los edificios. Es el mejor lugar para esconderse.